Biocombustibles Sólidos

Los biocombustibles sólidos más importantes, combustibles de tipo primario, son los constituidos por materiales lignocelulósicos procedentes del sector agrícola o forestal y de las industrias de trasformación que producen este tipo de residuos. La paja, los restos de poda de vid, olivo o frutales, la leña, las cortezas y los restos de podas y aclareos de las masas forestales son materia empleada en la elaboración de biocombustibles sólidos de origen agrario. Cáscaras de frutos secos, huesos de aceitunas y de otros frutos, residuos procedentes de la extracción del aceite de orujo en las almazaras, restos de las industrias del corcho, la madera y el mueble, constituyen una materia prima de calidad para utilizarla como biocombustible sólido. Mediante la combustión de esta biomasa se obtiene energía que se aprovecha directamente como energía térmica o se transforma en energía eléctrica. El poder calorífico inferior, variable con la humedad del combustible, es la característica más representativa de su calidad. 

En la tabla 1 se muestran valores del poder calorífico de algunas biomasas con distinta humedad. 


Otras características importantes para su comercialización son la densidad, la dispersión en el terreno y la distancia al lugar de aprovechamiento. Aunque una parte importante de la biomasa se utiliza directamente, como por ejemplo la leña en hogares y chimeneas, las nuevas aplicaciones de los biocombustibles sólidos se basan en un tratamiento capaz de acondicionarla a los requerimientos de la demanda. Las formas más generalizadas de utilización de este tipo de combustible son astillas, serrín, pellets y briquetas. Las astillas constituyen un material adecuado para ser empleado en hornos cerámicos, de panadería, viviendas individuales, calefacción centralizada de núcleos rurales o pequeñas industrias. Se obtienen a partir de los restos leñosos de los tratamientos silví- colas, de las operaciones de corte de madera o de las podas de árboles de cultivos leñosos. Cuando las astillas se van a utilizar en quemadores específicos(que necesitan inyectores, por ejemplo), es preciso moler la biomasa para obtener un combustible más fino y eliminar restos (arena, piedras, vidrios) que puedan acompañar al material hidrocarbonado. Para aumentar la densidad de la biomasa se transforma en briquetas. Este biocombustible suele presentarse en forma de cilindros de 50 a 130 mm de diá- metro y de 5 a 30 mm de longitud con una densidad entre 1.000 y 1.300 kg/m3 . Su fabricación se realiza con prensas en las que el material se calienta y se somete a altas presiones con el fin de que en su interior se desarrollen procesos termoquímicos capaces de generar los productos adherentes que favorecen la cohesión del material. Este mismo objetivo se puede conseguir a menores presiones pero añadiendo adherentes. El serrín procedente de las industrias del mueble y la madera es un buen candidato para fabricar briquetas. Los pellets son similares a las briquetas pero más pequeños. Estos cilindros se preparan con prensas de granulación, similares a las utilizadas para la fabricación de piensos para animales. 

La compactación se consigue de forma natural o mediante la adición de compuestos químicos que no contengan aquellos elementos que pueden originar problemas ambientales, aparición de contaminantes en la corriente de gases de escape ajenos a los propios de la biomasa, durante el proceso de combustión. La materia prima, al igual que en el caso de las briquetas, debe tener poca humedad y baja granulometría. Este producto puede manejarse con facilidad y puede emplearse en instalaciones automatizadas de pequeño o mediano tamaño. Otro grupo de biocombustibles sólidos lo constituye el carbón vegetal que procede de un tratamiento térmico de la biomasa leñosa en atmósferas de bajo contenido en oxígeno. Al ser el resultado de una alteración termoquímica de la biomasa primaria, se considera un biocombustible de naturaleza secundaria. El carbón vegetal se obtiene mediante la combustión lenta y parcial de biomasa leñosa con un cierto contenido en humedad a una temperatura variable entre 250 y 600ºC. El poder calorífico del producto obtenido varía entre 6.000 y 8.000 kcal/kg, dependiendo del contenido en cenizas de la madera.

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